domingo, 12 de abril de 2015

Cordonería Fillola (1921)

Cordonería Fillola


Aunque se pase por delante de su puerta es probable que pase desapercibida. Hay que prestar atención para dar con ella. Está en la calle de la Sal, 1, en la acera de la derecha, saliendo de la plaza Mayor hacia la calle de Postas y frente a otros dos establecimientos centenarios de Madrid: la Antigua Relojería (1880) y la carnicería Casa Bartolomé (1837).

La Cordonería Fillola es uno de los comercios protegidos por el Ayuntamiento de Madrid, aunque aún no está incluido en el catálogo de establecimientos centenarios por no haber cumplido la centena de años de existencia, lo que supone la prohibición de cambiar de actividad o reformarlo. Esta denominación no genera ningún tipo de beneficio económico y supone, en ocasiones, más dificultades para adaptarse a los nuevos tiempos del comercio.


Cordonería Fillola
Cordonería Fillola
Los escaparates de este comercio tienen poca profundidad, no más de 10 centímetros. Da la impresión de que se trata de una tienda normal y corriente pero no es así. Cuando uno pasa por la estrecha entrada, se encuentra con unas escaleras que conducen a una vivienda.

La Cordonería Fillola es tal vez la tienda más diminuta que sigue abierta en la capital. Guillermo Quecedo Fillola, su propietario y quinto sucesor de su fundadora, se desenvuelve en apenas dos metros cuadrados entre una maraña de cordones, flecos y redecillas. El negocio ha pasado por todas las generaciones de su familia desde que lo fundara su bisabuela, Alfonsa Martín Mora, el 17 de junio de 1921. En aquel entonces era común que los comercios se establecieran en los descansillos de las escaleras. Pero sólo éste ha resistido hasta la actualidad.

Instalada en las mismas escaleras de un edificio adyacente a la Plaza Mayor, en la tienda de Guillermo apenas hay espacio para que los clientes y los vecinos que acceden a sus casas puedan transitar a la vez. El orden es fundamental para poder operar en esta pequeña cordonería, y por eso su dueño dedica cada día una hora y media (45 minutos al abrir y los mismos al recoger para cerrar) a colocar minuciosamente todos los artículos en el interior y el exterior de su establecimiento.

Escenas galdosianas obra de A. Mingote
Escenas galdosianas obra de A. Mingote
De este insólito comercio han salido los flecos para los trajes de lunares de Lola Flores y algún que otro mantón de manila para Rocío Jurado. El último famoso del mundo de la farándula que pasó por allí fue Rappel para comprar unos alzapaños (cordones para recoger las cortinas). La familia de Guillermo continúa haciendo a mano estos flecos y cordones en el quinto piso del mismo edificio, donde también vive la familia desde hace 175 años.

Las auténticas redecillas goyescas de seda y terciopelo, los madroños de lana y multicolores cordones para las cofradías de Semana Santa se entremezclan ahora con el sin fin de recuerdos típicamente españoles que desde los años 50 incorporaron "porque ahora es muy difícil sobrevivir de la cordonería artesana", comenta Guillermo.

El alcalde Álvarez del Manzano, en el año 2001, ofreció al genial Antonio Mingote pintar las paredes de este edificio de la calle de la Sal. Las escenas de los falsos balcones se corresponden con los personajes de Fortunata y Jacinta, Benito Perez Galdós y otros personajes de la época con el humor y estilo característicos del que fuese I marqués de Daroca. Figuras de escenas galdosianas que se muestran al Madrid del siglo XXI desde las ventanas ciegas del edificio.

Calle de la Sal
Calle de la Sal con la plaza Mayor al fondo

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