domingo, 3 de mayo de 2015

El Anciano Rey de los Vinos (1909)

El Anciano Rey de los Vinos

El Anciano Rey de los Vinos está en la Calle de Bailén, 19, justo enfrente del Palacio Real y la Catedral de la Almudena.

Luis Montón, oriundo de Tomelloso, tenía unas bodegas donde producía vinos con las marcas: el Viejo, los Viejos y el Anciano, Rey de los Vinos. Abrió La Casa de las Torrijas en 1907 y El Anciano Rey de los Vinos en 1909 en un edificio de 1886 en el que estaba situada Casa Pedro Martínez famosa por café de puchero y su aguardiente. Tuvo otros despachos de vinos en Leganitos, 43 y Fuencarral, 119.

Durante la República elimina la palabra Rey del nombre del vino y de la taberna.

El establecimiento permanece cerrado durante la Guerra Civil. Vuelve a abrir en 1940, ese año se colocan los azulejos que aún mantiene. En 1942 comienza a dirigir el negocio su sobrino Abilio Manzanal Ortega que en 1958 sustituye el mostrador original de nogal por uno de baquelita y bandeja de acero inoxidable.

El enclave único del Anciano Rey de los Vinos ha permitido a los clientes de esta taberna presenciar  actos como la boda de los Príncipes de Asturias o la visita del Papa a Madrid en junio de 1993 con motivo de la inauguración de la catedral de la Almudena.
El Anciano Rey de los Vinos

Además, su situación geográfica, tan cercana al Palacio Real, ha hecho que surgieran leyendas como la que afirma que cuando Alfonso XIII vivía en el Palacio Real salía por un pasadizo para tomarse en esta taberna un vinito.

En 1970 traspasan el negocio a Constantino Cortes Hernández, que comenzó a trabajar con 15 años como camarero, en 1948. Se jubila en 2003 y pasa el testigo a su hija María Belén Cortés Borges. Ella continúa con el legado de su padre, Constancio, que se hizo cargo de la taberna en la que entró como camarero. Pero la historia de esta taberna realmente se remonta al 18 de noviembre de 1909, el día que abre sus puertas de la mano de Luis Montón.

El Anciano Rey de los Vinos conserva el color rojo de la fachada. Su actual dueña, María Belén Cortés, comenta que principios del siglo pasado esta tonalidad indicaba a los viandantes que en el interior se servía vino: por entonces, se permitía llevar la comida de fuera y consumirla dentro de la taberna.

También el interior es bastante similar al de las primeras décadas de existencia con aquellas mesas de mármol que invitaban a  los clientes a mantener una tertulia. En la década de los 50 fue modificada la barra de zinc y en 2005 se añadió un pequeño salón para comidas.
El Anciano Rey de los Vinos

Gracias a su situación,  los turistas constituyen gran parte de la clientela, pero sin duda esta antigua taberna cuenta con "los parroquianos de toda la vida", asegura María Belén Cortés. Por aquí todavía pasa la clientela mayor que sigue pidiendo el vinito dulce, las torrijas y los pestiños si bien ahora ya los nietos no acompañaban a sus abuelos en el consumo de vino, a diferencia de lo que ocurría hace unas décadas cuando, según asegura la dueña, los niños bebían vino rebajado con agua.

Para celebrar su siglo de existencia, el Anciano Rey de los Vinos ha creado una tapa centenaria que los responsables del establecimiento han bautizado como 'regalito de toro' ya que se cocina con rabo de toro envuelto en pasta filo con pimientos del piquillo y acompañado de vino tinto. Una tapa, sin duda, acorde a la historia de esta antigua taberna, tradicional y castiza pero adaptada a las tendencias del presente. Algo que se ve también en el cambio de gustos: la clientela ha pasado del chato de vino de granel a la copa de caldos con denominación de origen.

Lo más típico de esta tasca es el vino dulce, más concretamente el vino embotellado  y etiquetado con el nombre El Anciano. Lo suelen servir con una galleta redonda hecha con yema de huevo. Para los que les parezca poco, siempre pueden acompañarlo con unos pestiños de anís, elaborados artesanalmente (solo en verano) o pasar a su restaurante.

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