El Anciano Rey de los Vinos está en la Calle de Bailén, 19, justo enfrente del Palacio Real y la Catedral de la Almudena.
Luis Montón, oriundo de Tomelloso, tenía unas
bodegas donde producía vinos con las marcas: el Viejo, los Viejos y el Anciano,
Rey de los Vinos. Abrió La Casa de las Torrijas en 1907 y El Anciano Rey de los
Vinos en 1909 en un edificio de 1886 en el que estaba situada Casa Pedro
Martínez famosa por café de puchero y su aguardiente. Tuvo otros despachos de
vinos en Leganitos, 43 y Fuencarral, 119.
Durante la República elimina la palabra Rey
del nombre del vino y de la taberna.
El establecimiento permanece cerrado durante
la Guerra Civil. Vuelve a abrir en 1940, ese año se colocan los azulejos que
aún mantiene. En 1942 comienza a dirigir el negocio su sobrino Abilio Manzanal
Ortega que en 1958 sustituye el mostrador original de nogal por uno de
baquelita y bandeja de acero inoxidable.
Además, su situación geográfica, tan cercana
al Palacio Real, ha hecho que surgieran leyendas como la que afirma que cuando
Alfonso XIII vivía en el Palacio Real salía por un pasadizo para tomarse en
esta taberna un vinito.
En 1970 traspasan el negocio a Constantino
Cortes Hernández, que comenzó a trabajar con 15 años como camarero, en 1948. Se
jubila en 2003 y pasa el testigo a su hija María Belén Cortés Borges. Ella
continúa con el legado de su padre, Constancio, que se hizo cargo de la taberna
en la que entró como camarero. Pero la historia de esta taberna realmente se
remonta al 18 de noviembre de 1909, el día que abre sus puertas de la mano de
Luis Montón.
El Anciano Rey de los Vinos conserva el color
rojo de la fachada. Su actual dueña, María Belén Cortés, comenta que principios
del siglo pasado esta tonalidad indicaba a los viandantes que en el interior se
servía vino: por entonces, se permitía llevar la comida de fuera y consumirla
dentro de la taberna.
También el interior es bastante similar al de
las primeras décadas de existencia con aquellas mesas de mármol que invitaban
a los clientes a mantener una tertulia.
En la década de los 50 fue modificada la barra de zinc y en 2005 se añadió un
pequeño salón para comidas.
Gracias a su situación, los turistas constituyen gran parte de la
clientela, pero sin duda esta antigua taberna cuenta con "los parroquianos
de toda la vida", asegura María Belén Cortés. Por aquí todavía pasa la
clientela mayor que sigue pidiendo el vinito dulce, las torrijas y los pestiños
si bien ahora ya los nietos no acompañaban a sus abuelos en el consumo de vino,
a diferencia de lo que ocurría hace unas décadas cuando, según asegura la
dueña, los niños bebían vino rebajado con agua.
Para celebrar su siglo de existencia, el
Anciano Rey de los Vinos ha creado una tapa centenaria que los responsables del
establecimiento han bautizado como 'regalito de toro' ya que se cocina con rabo
de toro envuelto en pasta filo con pimientos del piquillo y acompañado de vino
tinto. Una tapa, sin duda, acorde a la historia de esta antigua taberna,
tradicional y castiza pero adaptada a las tendencias del presente. Algo que se
ve también en el cambio de gustos: la clientela ha pasado del chato de vino de
granel a la copa de caldos con denominación de origen.
Lo más típico de esta tasca es el vino dulce,
más concretamente el vino embotellado y
etiquetado con el nombre El Anciano. Lo suelen servir con una galleta redonda
hecha con yema de huevo. Para los que les parezca poco, siempre pueden
acompañarlo con unos pestiños de anís, elaborados artesanalmente (solo en
verano) o pasar a su restaurante.
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